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"Solo dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas" (Hodding Carter)

domingo, 12 de agosto de 2007

"Mi hijo tiene diarrea".

La diarrea es un síntoma que consiste en evacuaciones de vientre o deposiciones más líquidas y frecuentes. Generalmente es causada por una infección viral del intestino. En ocasiones es causada por bacterias. Si su hijo sólo tiene una o dos deposiciones sueltas, probablemente se deba a que ha comido algo que no le "cayó bien".

Casi siempre y con independencia del tipo de tratamiento, la diarrea dura desde varios días hasta una semana. El objetivo principal del tratamiento es prevenir la pérdida excesiva de agua (deshidratación), administrando suficientes líquidos, por vía oral, para compensar los líquidos perdidos en la diarrea. En cuaquier caso, no espere que las deposiciones se volverán sólidas rápidamente.

Cuidado en casa de la diarrea:
- En los bebés alimentados al pecho, ante todo hay que tener en cuenta que, sin importar su aspecto, sus deposiciones deben considerarse normales, a menos que contengan moco o sangre. Además, durante los 2-3 primeros meses pueden tener una deposición después de cada toma. Cuando el número de deposiciones aumenta bruscamente, entonces sí se puede considerar diarrea. El tratamiento es sencillo. La alimentación al pecho no debe suspenderse. Hay que ofrecer agua mineral entre las tomas de pecho.

- En los niños menores de un año de edad, haga que su hijo tome, sin forzarlo, una solución para rehidratación (suero oral). La diarrea hace que los niños tengan sed. Por tanto, déle tanto líquido como quiera y tolere, preferiblemente con frecuencia pero en pequeñas cantidades para evitar que lo vomite. Después de estar 4-6 horas bajo esta dieta, si su hijo tiene hambre, puede empezar a darle una fórmula a base de leche baja en lactosa y si ya tomaba alimentos sólidos antes de comenzar con la diarrea, sustituirá, respectivamente: la papilla de cereales por crema de arroz, la papilla de frutas por un puré de plátano o manzana, la carne con verduras por pollo con arroz o ternera con zanahoria, ...

- Los niños mayores de un año de edad no deben tomar leche hasta que se normalicen las deposiciones. Durante este tiempo, puede darle líquidos claros, tales como agua mineral o bebidas de limón o cola sin cafeína (si son con gas, agítelas hasta que no quede efervescencia: las burbujas de gas inflan el estómago y pueden provocar vómitos). Después de 8 horas con líquidos claros, vaya agregando gradualmente los siguientes alimentos, según su preferencia y hasta su recuperación: galletas saladas, tostadas de pan blanco con un poco de aceite de oliva o de miel de abeja, sopas suaves (fideos), plátano, manzana, arroz blanco, carnes magras (pollo o ternera) y pescados blancos (merluza o lenguado) cocidos o a la plancha, huevo pasado por agua, zanahorias, yogur natural, puré de patatas, jamón magro o de York.

Evidentemente, los padres consultarán con el pediatra, cuando lo estimen conveniente. Sin embargo, un niño con diarrea debe recibir atención médica sin demora:

- si lleva más de 8 horas sin orinar.
- si la boca está seca en vez de húmeda.
- si aparece sangre en la diarrea.
- si se queja de dolor abdominal cólico intenso y que le provoca llanto.
- si ha tenido más de 8 deposiciones líquidas en las últimas 8 horas.
- si ha vomitado los líquidos claros tres o más veces: en este caso, el tratamiento de los vómitos es más importante.
- si los padres consideran que su hijo está empeorando.

Por último, no debe olvidarse, respecto a su prevención, que la diarrea puede ser contagiosa. Por tanto, es sumamente importante lavarse bien las manos después de usar el baño o de cambiar los pañales.
Adaptado de B.D. Schmitt, M.D. "Your Child's Health".

"¡Porque lo digo yo!"

Las órdenes sin explicación, especialmente si son diferentes de las normas aceptadas hasta el momento, originan menos conformidad que cuando se conocen sus motivos.

Probablemente, todos seamos culpables de responder a nuestros hijos de esta manera brusca cuando se van haciendo mayores y discuten con nosotros algún mandato.

Quizá en esos momentos estamos demasiado atareados para darles una explicación completa, pero el resultado será una sumisión tan breve como la respuesta.

Es posible que una explicación más razonada conseguirá resultados mejores y más duraderos.

Lo dicho no es diferente de lo que ocurre cuando, en calidad de médicos, damos órdenes a nuestros ayudantes.

Y la lista de ejemplos sería interminable. Adaptado de J.P. Goldsmith, MD y J.S. Greenspan, MD. Pediatrics (Ed esp). 2007;63(6):329-30.

jueves, 9 de agosto de 2007

Natación infantil y piscinas cubiertas.

Las piscinas públicas deben ser desinfectadas, lo que se realiza habitualmente mediante la cloración del agua. Los desinfectantes clorados reaccionan con los compuestos nitrogenados originados por el sudor, la saliva o la orina de los nadadores y se forman productos nocivos, de los que los más irritantes son las tricloroaminas.

La tricloroamina es un gas no soluble en agua, que tras su formación, se libera al aire y le da a las piscinas cubiertas su peculiar olor "a cloro".

Por tanto, de la ventilación de la piscina y de la higiene del nadador depende la menor o mayor concentración de uno de los más importantes contaminantes del aire a los que pueden exponerse regularmente los niños de los paises desarrollados.

El riesgo de exposición parece ser máximo cuando los niños tienen menos de 6-7 años de edad. Una posible explicación de esta mayor sensibilidad es que, al jugar o aprender a nadar, respiran o tragan más aerosoles y gotas de agua que contienen ácido hipocloroso y cloraminas solubles. Otra posible explicación es que el pulmón de los niños muy pequeños está todavía en desarrollo y es más vulnerable a los efectos irritantes del cloro y sus derivados.

Además, la Academia Americana de Pediatría argumenta que, hasta los 4 años de edad, los niños no están preparados por su desarrollo para recibir lecciones formales de natación y que su participación en estos programas podría dar a los padres una falsa sensación de seguridad acerca de la habilidad de su hijo en el agua.

Este estudio demuestra que la práctica de la natación en piscinas cubiertas cloradas puede asociarse con alteraciones respiratorias que predispongan a los niños al asma y enfermedades alérgicas, especialmente los que tengan antecedentes atópicos.

En conclusión, se recomienda precaución antes de llevar a los lactantes y niños pequeños a las piscinas donde no se regulen y controlen estrictamente estos productos o con excesivo cloro en el agua y en el aire. Adaptado de A. Bernard, PhD y cols. Pediatrics (Ed esp). 2007;63(6):365-72.