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"Solo dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas" (Hodding Carter)

domingo, 23 de diciembre de 2007

Las adolescentes y la vacuna contra el virus del papiloma humano.

En lo que respecta a la prevención de la infección por el virus del papiloma humano (VPH), esta comunicación contiene una serie de recomendaciones actuales, que en espera de una normativa completa, servirán de guía para el uso de la vacuna en muchachas y mujeres.

La infección por el VPH es la enfermedad de transmisión sexual más común en Estados Unidos. Es más frecuente en adolescentes y jóvenes sexualmente activos y la mayoría de los cuales adquieren la infección poco después de iniciar su vida sexual.

Casi todas las infecciones por el VPH son asintomáticas y se resuelven sin secuelas en 1-2 años. Sin embargo, la infección persistente por tipos de alto riesgo del VPH es responsable de prácticamente la totalidad de cánceres y lesiones precancerosas del cuello de útero, así como de un gran porcentaje de lesiones tambien precancerosas y procesos malignos en otras localizaciones anogenitales en ambos sexos. Los tipos de bajo riesgo del VPH causan verrugas anogenitales, alteraciones celulares de bajo grado en el cuello del útero y una afección respiratoria que se denomina papilomatosis recurrente juvenil.

La vacuna anti-VPH (Gardasil) es un producto de bioingeniería compuesta por partículas de los tipos 16 y 18 del VPH (responsables del 70% de los casos de cáncer cervical) y de los tipos 6 y 11 (responsables del 90% de los casos de verrugas genitales y de casi todos los casos de papilomatosis respiratoria recurrente juvenil). La vacuna no contiene ADN y no es infectante.

Los ensayos clínicos han demostrado que es altamente eficaz, inofensiva y bien tolerada en mujeres de 9 a 26 años. Las respuestas de anticuerpos son máximas en las niñas de 9 a 15 años. En mujeres sexualmente activas de 16 a 26 años se han demostrado efectos protectores frente a la infección persistente, a las lesiones precancerosas y a las verrugas genitales.

El motivo de la vacunación sistemática a los 11-12 años de edad es que la eficacia de la vacuna es máxima si se administra antes de que la mujer sea sexualmente activa. Es decir, una vez contraida la infección, la vacunación no modificará su curso. Sin embargo, como es de esperar que la mayoría de las mujeres de mayor edad, aunque ya sean sexualmente activas, probablemente no se hayan infectado aún, la vacunación tambien está recomendada para mujeres de 13 a 26 años de edad.

Otras consideraciones de interés son:

a.- En personas con una enfermedad aguda moderada o grave, la vacunación debe aplazarse.
b.- Dada la posibilidad de una lipotimia después de la inyección, se les debe recomendar a las adolescentes que se mantengan sentadas o recostadas durante 10-15 minutos después de la vacunación.
c.- La vacuna no debe administrarse a las personas con antecedentes de hipersensibilidad a la levadura u otros componentes de la vacuna.
d.- En la actualidad, la vacuna anti-VPH no se recomienda en varones.

Por tanto, las recomendaciones actuales son:

1ª. Las niñas de 11-12 años deben vacunarse sistemáticamente con 3 dosis de vacuna anti-VPH. A criterio del médico, puede administrarse la vacuna a niñas incluso de 9 años.

2ª. Todas las niñas y mujeres de 13 a 26 años que no hayan sido vacunadas anteriormente o no hayan completado la tanda de vacunación deben recibir tambien la vacuna.

3ª. El intervalo mínimo entre las dosis 1 y 2 es de dos meses, y entre las dosis 2 y 3, de 4 meses. Si, por algún motivo, se interrumpe la serie vacunal, no debe reiniciarse, sea cual sea el retraso. Las dosis restantes se espaciarán con los intervalos recomendados anteriormente.

4ª. La vacuna anti-VPH puede administrarse en la misma visita en que se aplica el resto de las vacunas.

5ª. En las siguientes situaciones especiales, la vacuna anti-VPH tambien puede administrarse: madres lactantes, mujeres con citología (Prueba de Papanicolau) dudosa o anormal y pacientes cuyo sistema inmune esté comprometido por enfermedad o medicación.

6ª. Durante el embarazo, la vacuna anti-VPH no está recomendada. Por tanto, el médico debe preguntar sobre la existencia de un embarazo en las mujeres sexualmente activas, pero no es necesario realizar una prueba de embarazo antes de iniciar la pauta de vacunación. Si una mujer se queda embarazada, deben suspenderse las dosis siguientes hasta el final del embarazo.

7ª. Dado que la vacuna anti-VPH no puede evitar la infección de todos los tipos de alto riesgo del virus del papiloma humano, las mujeres vacunadas deberán continuar con las recomendaciones para el cribado del cáncer cervical (Papanicolau).

8ª. Evidentemente, la administración de la vacuna anti-VPH no modifica tampoco las recomendaciones actuales sobre el uso de preservativos o de otros métodos barrera para la prevención de la infección por el VPH y las otras enfermedades de transmisión sexual, ni el debate sobre la adopción de medidas saludables en torno a la actividad sexual. Tomado del Comité de Enfermedades Infecciosas. Academia Americana de Pediatría. Pediatrics (Ed esp). 2007;64(3):169-70.

martes, 11 de diciembre de 2007

Vacunaciones infantiles y paracetamol.

En la actualidad, raras veces o casi nunca se utiliza la anestesia local en los niños que se vacunan, a pesar de que esta pauta está avalada científicamente. Sin embargo, es mucho más frecuente la administración oral de analgésicos (paracetamol, e incluso ibuprofeno), cuando no hay evidencia que apoye su uso.

Es decir, se necesitarán en el futuro, estrategias, de comunicación e información, para fomentar el uso de la anestesia local en las vacunaciones infantiles. Adaptado de A. Taddio, PhD y cols. Pediatrics. 2007; 120:e637-e643.

Tabaco y lactancia materna.

Durante las horas que siguen al consumo materno de tabaco, los lactantes pasan durmiendo un tiempo significativamente menor, en comparación con los bebés que toman el pecho cuando la madre se abstuvo de fumar.
Cuanto mayor es la dosis de nicotina que recibe el lactante a través del pecho, tanto menor es la duración del sueño.

En conclusión, un episodio agudo de consumo de tabaco en las madres que lactan altera el patrón del sueño-vigilia de los niños. Por tanto, es posible que los temores de que la leche tenga sabor de tabaco y de que pueda trastornar el sueño de sus hijos motiven a las madres lactantes a abstenerse de fumar para poder dar el pecho durante más tiempo. Adaptado de J.A. Mennella, PhD y cols. Pediatrics (Ed esp). 2007;64(3):178.