...

"Solo dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas" (Hodding Carter)

lunes, 21 de julio de 2008

Secador de oidos para niños.

Es evidente que la infección o inflamación del conducto auditivo externo, es decir la otitis externa, tiene menos impacto social y médico que la otitis más allá del tímpano (otitis media). Sin embargo, los padres preguntan frecuentemente sobre la limpieza del conducto auditivo externo (CAE) y los riesgos de entrada de agua, en especial, cuando el niño es pequeño o un bebé.

Las otitis externas, tambien llamadas otitis del nadador, son más frecuentes en adolescentes, deportistas y profesionales que practican actividades en el mar o piscinas, como: nadadores, buceadores, surfistas, navegantes, etc. En el niño son habituales en verano, especialmente cuando las condiciones sanitarias del agua (mar, piscinas, parques acuáticos, duchas) no son las adecuadas.

Hasta ahora la prevención de este tipo de infecciones pasaba por dar pequeños golpes en la cabeza con el fin de intentar expulsar el agua, o bien poner unas gotas de alcohol o vinagre para evitar el desarrollo de bacterias.

Un médico especialista en Otorrinolaringología, Hamilton P. Collins, ha desarrollado un "secador de oido" denominado Sahara DryEar. Este pequeño instrumento, parecido a un termómetro de infrarrojos, crea un flujo de confortable aire caliente durante unos 80 segundos, secando completamente el CAE.

El aire caliente tiene diversas propiedades para ser efectivo en la prevención de las otitis externas, ya que ejerce un efecto positivo sobre varios componentes del interior del CAE: el cerumen (material semisólido producido por glándulas), los cuerpos extraños ambientales, el agua retenida con productos químicos, la sudoración, los restos de la descamación de la piel y los microorganismos como bacterias y hongos. Un desequilibrio entre estos componentes puede dar lugar a otitis externas o a tapones de cera. Todo ello es un problema añadido cuando al niño se le colocan tapones de silicona o prótesis auditivas. La colocación de los mismos empuja hacia dentro el cerumen y, aparte de ocluir el CAE, obstruyen el audífono.

Este instrumento dispone de un chip computarizado que regula el flujo de aire caliente y su dirección. Se entrega con 5 toberas intercambiables de diferentes colores para que los componentes de la familia que lo usen puedan identificarlas.

El funcionamiento es muy sencillo y tiene dos efectos: el primero es la evaporación del agua por el aire caliente y el segundo es para secar los componentes antes citados, impidiendo el crecimiento de los gérmenes y la obstrucción del conducto. Sin embargo, hay que tener en cuenta que secar el conducto con mucha frecuencia puede disminuir la protección natural del oido.

El fabricante señala tambien su utilidad en las otitis medias supuradas porque el aire caliente seca la secreción purulenta y no causa molestias ni mareos al paciente. Asímismo, si al niño le han colocado un tubo de drenaje en el tímpano puede utilizarse para evitar que la infección pase del CAE al oido medio.

Este instrumento está equipado con una batería de litio que permite utilizarlo unas 50 veces antes de su recarga. No está disponible aún en España hasta que se haya adaptado a los ciclos eléctricos y sea aprobado por las normas europeas. Más información en : www.dryear.net
Tomado de Dr. S. García Tornel. Pediatría Integral. Vol. XII, núm. 4. Mayo 2008; 409-410.

sábado, 12 de julio de 2008

"Mi bebé ya sabe nadar".

Los programas acuáticos para lactantes y niños pequeños son cada vez más populares. Se calcula que, solamente en Estados Unidos, de 5 a 10 millones de lactantes y preescolares participan formalmente en estos cursos, que están enfocados hacia la adaptación al agua y las aptitudes para la natación e incluyen, asímismo, información sobre seguridad en el agua dirigida a padres y cuidadores.

Aunque son motivo de diversión para padres e hijos, los cursos no están diseñados para enseñar a los niños a que se salven por sí solos en el agua.

Sea cual sea el diseño o el objetivo de todos estos cursos, no pueden lograr que los niños pequeños comprendan los riesgos del agua ni pueden emplear estrategias adecuadas para evitarlos.

Los programas que afirman lograr que los niños estén seguros en el agua o a salvo de ahogarse deforman las posibilidades reales y ofrecen a los padres un falso sentido de seguridad sobre la permanencia de su hijo en el agua.

Las habilidades para la natación (es decir, la capacidad para realizar movimientos normales para nadar) deben diferenciarse de las que se necesitan para lograr la seguridad en el agua (es decir, la flotación para salvarse, la "natación" con conservación de fuerzas y, tambien, la conducta de seguridad fuera de la piscina). Sin un adiestramiento específico, los niños pueden realizar movimientos rudimentarios de natación cuando cumplen, aproximadamente, un año de edad. Los tipos de movimientos que muestra el niño al principio no son los tradicionales de la natación, sino que se trata de movimientos más básicos, similares al chapoteo de los perros.

Un estudio efectuado por Blanksby comunicó que las habilidades para nadar pueden adquirirse más fácilmente una vez que el desarrollo motor ha alcanzado el nivel de los 5 años de edad. Aunque algunos niños pueden aprender a nadar antes, los niños menores de 4 años requieren períodos más largos de adiestramiento para aprender estas técnicas y se hallan limitados por su menor capacidad neuromuscular. Además, cuando la enseñanza trata de mejorar el aprendizaje mediante la disminución del miedo al agua, los niños pueden ser incitados inconscientemente a meterse en el agua sin supervisión.

Sea cual sea el nivel de competencia de los lactantes y niños pequeños en el agua o en sus inmediaciones, es necesario que exista una supervisión estrecha y constante por parte de un adulto para evitar accidentes de ahogamiento total o parcial. Incluso un lapso muy breve sin vigilancia puede tener trágicas consecuencias. Se ha propuesto el concepto de "supervisión por contacto", es decir, se requiere que el niño esté en todo momento al alcance de la mano de la persona que lo cuida. Adaptado del Comité de Medicina Deportiva de la Academia Americana de Pediatría. Pediatrics (ed. esp.) Vol. 49, núm. 4, 2000; 267-269.