...

"Solo dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas" (Hodding Carter)

viernes, 30 de septiembre de 2016

Dudar antes de decidir es saludable

La duda no está de moda. Hoy día está desprestigiada, aunque siempre ha sido fuente de inspiración de los pensadores. El acceso rápido y fácil a la información invita a un juego perverso en el que consideramos que la certeza absoluta es posible. Sin embargo, el conocimiento seguro y claro de algo, sin temor a errar, la infalibilidad, es inalcanzable. Hay grados de certeza, pero la seguridad total no existe. Debemos recordar que la verdad absoluta conduce al fanatismo.

Se confunde el "temor a dudar" con el "temor a errar".
Cuanto más y mejor hayamos vacilado antes de tomar una decisión, cuanta más información tengamos sobre las cosas y cuanto mejor las hayamos analizado, mayores serán los niveles de certeza que alcanzaremos. Y para llegar a ese punto tenemos que dudar.

El problema es que estamos viviendo una época en la que se premia tener el control de las cosas y se castiga la duda. En cambio, los científicos pasan buena parte de su tiempo buscando fallos en sus teorías hasta dar con los mejores resultados.

Si cada persona debe dudar en su vida cotidiana antes de tomar una decisión aceptable, si un médico duda al valorar un diagnóstico para establecer el mejor tratamiento posible, ¿qué pasa entonces con algunos políticos?

Cuestionarse las cosas significa ser exigentes e inconformistas, no erráticos ni apresurados. La duda es moderación e implica una cierta soledad, serenidad y lentitud que no casan con la tendencia actual de la toma rápida de decisiones.

Por otro lado, para no caer en falsos cantos de sirena, debemos aprender a reconocer las pseudociencias, que no cuestionan las conclusiones de otros, básicamente porque no ponen en duda casi nada de lo que proponen. Dan a sus ideas un barniz de veracidad a base de repetirlas, y lo hacen utilizando una terminología científica que desconocen, pero de la que se apropian para aparentar un rigor que no tienen. Cuando cada vez menos gente cae en la trampa empiezan a hablar de un 'método científico' al que jamás han sometido sus productos. Aquellos que pregonan evidencias ficticias tienen facilidad para convencer al resto, porque transmiten una sensación de consenso y de inmediatez, que es justo lo que ahora busca la sociedad. Solamente el tiempo y la reflexión los podrán desenmascarar.

Las palabras clave a la hora de enfrentarnos a una decisión podrían ser observación y capacidad de flexibilidad. Y de renuncia; porque, probablemente, nunca conoceremos el resultado de aquella opción que descartamos. Siempre nos quedará la duda y hay que aprender a vivir con ello.

"Todo lo que es, podría ser de otra manera". L. Wittgenstein


Adaptado de Dra. Lola Morón. Neurosiquiatra. Psicología. EPS núm. 2085; 20-21