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"Solo dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas" (Hodding Carter)

domingo, 14 de enero de 2007

El juez, el abogado y el médico.

En este estudio se propone una sugerencia para intentar reducir las demandas injustificadas.

El prototipo de juicio injustificado fué el del único fármaco que estaba aprobado para el tratamiento de las náuseas y vómitos del embarazo. Millones de embarazadas lo habían tomado, y si la incidencia de malformaciones congénitas hubiese sido realmente del 3%, habrían nacido miles de niños malformados. Es importante saber que no existía base científica para testificar "con un grado razonable de certeza médica" que causara malformaciones congénitas.

Una de las dificultades estriba en que no todos los jueces son iguales, en lo que respecta a su cualificación para comprender un asunto tan complicado. Bien es cierto que hay jueces que desean estudiar los temas y, al final del juicio, saber tanto de los aspectos científicos del tema como los abogados y los peritos médicos.

Y, por otro lado, la triste realidad es que una demanda se entabla si hay posibilidad de ganarla, independientemente de si está o no justificada. Como médicos debemos reconocer que es necesario ejercer un control legítimo en el peritaje médico. Aunque podemos estar disgustados con algunos abogados y culparles de un exceso de pleitos, el hecho es que los médicos no escrupulosos, por carecer de conocimientos científicos o por partidismo, desempeñan un papel importante en promover juicios no justificados.

Como medida preventiva, la iniciativa más idónea para evitar en el futuro que puedan prosperar demandas injustificadas, como la del ejemplo citado anteriormente, es adiestrar a los médicos que intervienen en los tribunales y sancionar a los que no aporten testimonios competentes, responsables e imparciales. Tomado de R. Brent, MD. Pediatrics (Ed esp). 2006;62(5):713-5.