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"Solo dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas" (Hodding Carter)

lunes, 8 de diciembre de 2008

Rabietas de niños.

Una rabieta o berrinche es una forma inmadura de expresar ira o enfado. Aunque usted tenga un carácter sereno, su hijo probablemente tendrá algunas rabietas. Se trata de enseñarle que las rabietas no dan resultado y que así no conseguirá lo que pretende. Cuando los niños llegan a la edad escolar, las rabietas ya deben ser raras. En la adolescencia, puede recordarle a su hijo que explotar produce una mala impresión y que contar hasta 10 puede ayudarle a recuperar el control.

En general, elogie a su hijo cuando consiga dominarse, cuando exprese su enojo con palabras y cuando se muestre dispuesto a cooperar. Sea un buen ejemplo para él manteniendo la calma, sin gritar ni tener rabietas de adulto. Evite, por supuesto, el castigo físico, porque esto le sugiere a su hijo que usted ha perdido el control.

Las siguientes medidas pueden ser muy útiles, según qué tipo de rabieta:

1.- Rabietas por frustración o fatiga:

A menudo, los niños tienen rabietas cuando se sienten frustrados por su incapacidad para hacer algo (terminar un puzzle, acabar su tarea escolar, ...) o porque sus padres no entienden lo que quieren.

En este caso, el niño necesita unos padres que le presten atención, apoyo y estímulo, para no darse por vencido. Algunas de estas rabietas pueden prevenirse haciendo que se concentre en cosas que sabe hacer bien.

Los niños suelen tener más rabietas cuando están cansados y tienen sueño o hambre.

2.- Rabietas para llamar la atención o para exigir algo y salirse con la suya:

El niño puede llegar a gemir, llorar, golpear la puerta o cerrarla con violencia, o contener la respiración ("apnea").

Mientras que tenga un comportamiento inofensivo, lo mejor es no hacerle caso y dejarle tranquilo.

Con frecuencia, los padres pueden anticiparse y desviar su atención hacia otra cosa, antes de que pierda los estribos. Una vez que la rabieta ha empezado, rara vez puede ser interrumpida. Es prácticamente inútil razonar con él, en esos momentos. Aléjese, incluso yendo a otra habitación para que el niño no tenga a nadie que lo escuche y deje que recupere el control por sí solo.

3.- Rabietas porque no quiere hacer algo:

Si se niega a algo sin importancia, deje pasar ese momento sin prestarle atención. Sin embargo, si su hijo tiene que hacer algo importante, tal como acostarse o ir a la guardería, no debe dejarle que con una rabieta gane la partida, porque de este modo volverá a utilizar este método para lograr su propósito.

Estas rabietas pueden prevenirse, en muchas ocasiones, dándole a su hijo una advertencia con 5 ó 10 minutos de antelación, en vez de pedirle de repente que deje inmediatamente lo que esté haciendo. Procure expresarle con palabras su descontento y después llévelo donde tenga que ir, ayudándole tanto como sea necesario (incluso llevándolo en brazos).

4.- Rabietas perturbadoras (cuando llora o grita demasiado tiempo, cuando tiene rabietas en lugares públicos, etc.):

En ocasiones, algunas rabietas son demasiado perturbadoras como para que los padres las pasen por alto. Deben llevar al niño a otro sitio, utilizando "suspensiones temporales"; por ejemplo, a su habitación para que permanezca allí durante 3-5 minutos.

5.- Rabietas destructivas (cuando intenta golpear a los padres o en las que pueda causar daño o incluso lastimarse):

Si su hijo pierde totalmente el control debe sujetarlo, incluso en brazos, hasta sentir que empieza a relajarse. Esto requiere generalmente unos 3 minutos. Dígale, con calma, que usted sabe que está muy enfadado y muéstrele, con su ejemplo, la manera de dominarse.

Como siempre, esta información se considera un criterio general de orientación que no tiene por qué ajustarse a cada niño en particular. Evidentemente, los padres consultarán, si así lo estiman, al pediatra cada caso concreto. Adaptado de B.D. Schmitt, M.D. "Your Child's Health".