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"Solo dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas" (Hodding Carter)

jueves, 22 de noviembre de 2007

Alcohol y Adolescentes.

El consumo de alcohol entre los adolescentes, sobre todo durante los fines de semana, se ha convertido en los últimos años en un grave problema de salud pública y se asocia a fracaso escolar y a conflictos en las relaciones personales y familiares. Además, bajo los efectos del alcohol se pueden mantener conductas de riesgo con graves consecuencias, como accidentes de tráfico, infecciones de transmisión sexual o embarazos no deseados.

Los datos de la Encuesta Escolar de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas entre adolescentes de 14 a 18 años reflejan el siguente panorama:

- Los adolescentes españoles empiezan a beber a los 13-14 años.
- Entre los menores es cada vez más frecuente emborracharse todos los fines de semana.
- 6 de cada 10 menores de 14 a 18 años consumen alcohol los fines de semana.
- Chicos y chicas consumen alcohol de forma similar los fines de semana.
- Entre los adolescentes que consumen alcohol, es más frecuente el consumo de drogas.
- La mayoría de los adolescentes no consideran peligroso el consumo de alcohol.

Los efectos del consumo de alcohol en los adolescentes son diferentes a los que se producen en los adultos y la evidencia científica ha demostrado que:

- La adolescencia es una etapa muy vulnerable a las adicciones y los efectos de cualquier sustancia tóxica son más perjudiciales en un organismo que está en pleno proceso de desarrollo.
- Cuanto antes se empieza a consumir alcohol, más pronto aparecen los efectos tóxicos y además aumenta la probabilidad de dependencia.
- El consumo de alcohol durante la adolescencia puede producir lesiones digestivas, hepáticas y cardiovasculares.
- Las bebidas alcohólicas pueden provocar alteraciones en el crecimiento y en la maduración sexual del adolescente. Tambien pueden ocasionar trastornos de memoria y aprendizaje.
- Los efectos perjudiciales se producen directamente por el alcohol que contienen todas las bebidas alcohólicas; es decir, son independientes del tipo de bebida alcohólica consumida.
- La adolescencia es la fase más importante para la maduración del cerebro: si no se desarrolla en esta etapa no se desarrollará jamás.

Entre los adolescentes, no se puede hablar de consumo responsable. A estas edades, la única conducta responsable es no beber alcohol.

Los padres deben hablar con sus hijos: no siempre son los hijos de los demás quienes se emborrachan los fines de semana. Tomado de Ministerio de Sanidad y Consumo. www.msc.es

sábado, 10 de noviembre de 2007

¿Cinco caramelos o una manzana?

Ni las dietas milagrosas ni la magia funcionan para no engordar. El único truco consiste en elegir bien los alimentos. No hay ninguno que esté prohibido, sino, más bien, algunos que sólo hay que comer en ocasiones especiales, o en pequeña cantidad.

Se trata, pues, de comer más cantidad de aquellos alimentos que tienen menos calorías y no conviene olvidar que existen algunos engañosos: parecen bajos en calorías y sanos, pero tienen gran cantidad de grasa oculta. Por ejemplo, creemos que cualquier ensalada o un plato de verduras son buenos para controlar el peso. Sin embargo, cuando se le añaden ciertas salsas o demasiado aceite, pueden tener las mismas calorías que un trozo de tarta.

Por otro lado, todos creemos que comer huevos fritos es terrible. Pero un par de ellos sólo son 230 calorías. Aunque los tomemos mojando el pan (un bollo son unas 175 calorías), no llegamos a igualar las de los alimentos típicos de las comida rápida:

-Una hamburguesa son unas 700 calorías. Como una comida completa con sopa, un pescado al horno con verdura y patatas fritas, una fruta y café con leche.
-Un perrito caliente son unas 280 calorías; las mismas que una buena rodaja de salmón al horno.

Otros ejemplos:
-Dos pequeños trozos (50 gramos) de queso emmental aportan unas 260 calorías; igual que 100 gramos de jamón serrano quitándole el tocino.
-Un buen plato de pasta con salsa boloñesa son unas 450 calorías; como una palmera de chocolate, y ¿cuál le va a alimentar mejor?

Y, además, aunque aporten las mismas calorías, comer una manzana nunca será lo mismo que comer cinco caramelos. La manzana tiene otros nutrientes como fibra, vitaminas y antioxidantes.

En resumen, los padres deben elegir sus alimentos y, por tanto, su salud, y la de sus hijos. Tomado de Dra. P. Riobó. El País Semanal; núm. 1583: 96.

domingo, 4 de noviembre de 2007

Alarmas-sensores de humo.

El fuego es un peligro habitual en los hogares y, cuando se produce, es esencial actuar inmediatamente. Una reacción más tardía de dos minutos puede conducir a lesiones irreversibles. La mayoría de ellas es por la inhalación de humo y no por quemaduras.

Es preciso recordar que cuando suena una alarma los adultos se despiertan con más facilidad que los niños y jóvenes menores de 14 años. Probablemente sea debido a la inmadurez del sistema nervioso y a que los patrones de sueño son diferentes a los de sus padres.

El número de hogares españoles equipados con detectores de humo ronda el 25%; a pesar de que cuestan poco dinero, son pequeños, fáciles de instalar, funcionan a pilas y requieren poco mantenimiento.

Hay varios tipos de detectores. Los más habituales son los fotoeléctricos y los que funcionan por ionización. Los primeros detectan el humo utilizando los efectos que éste produce sobre la luz y los segundos funcionan por sensibilidad a la humedad, la presión atmosférica y las partículas suspendidas en el aire. Estos últimos reaccionan más rápidamente cuando hay humo (incluso no visible) y son más baratos que los de tipo fotoeléctrico, aunque dan más falsas alarmas.

Los detectores de humo -obligatorios en algunos paises- evitan en torno al 50% de las catástrofes domésticas generadas por incendios. Los lugares recomendados para instalarlos son, como mínimo, la cocina, la entrada de la casa y la zona de distribución de los dormitorios. Un detector de humos por cada 40 metros cuadrados es más que suficiente.

Puesto que los detectores de humo pierden efectividad con el tiempo, los fabricantes recomiendan reemplazarlos cada 10 diez años. La batería suele durar, al menos, un año. Por tanto, el cambio de la batería y el limpiado, cepillado o aspirado para quitar el polvo de las ranuras aseguran un adecuado funcionamiento.

Pueden adquirirse, a partir de 30 euros, en grandes almacenes, en cualquier establecimiento comercial destinado a productos eléctricos o incluso por internet: http://www.parafarmacia.tubotica.net/ , http://www.coati.es/ . Tomado de Dr. S. García- Tornel. Pediatría Integral. 2007; 11(7): 629-630.