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"Solo dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas" (Hodding Carter)

jueves, 4 de enero de 2007

Antibióticos. ¿Qué no debemos olvidar?

Los antibióticos son, hasta el día de hoy, los medicamentos que más vidas han salvado a lo largo de la historia. A pesar de que, como todos los fármacos, pueden, en ocasiones, provocar efectos secundarios o reacciones indeseadas, son muy seguros y bien conocidos. Unicamente son eficaces para tratar infecciones bacterianas.
La garantía del éxito depende, en gran medida, de una dosificación correcta. Los antibióticos necesitan su tiempo para terminar bien su "trabajo". Por tanto, hay que completar el tratamiento indicado. Su uso inadecuado e indiscriminado favorece la aparición de bacterias resistentes y la creencia popular, muy arraigada, de que "disminuyen las defensas del organismo". Sin embargo, son "armas inteligentes y muy selectivas" que sólo atacan las bacterias sensibles, dejando intacto el entorno.
Es al médico a quien corresponde prescribir, con la mayor certeza posible, el antibiótico más adecuado a cada infección, a cada paciente y a sus circunstancias.

Pies planos infantiles.

Es un motivo frecuente de consulta. Los pies planos se ponen de manifiesto cuando el niño empieza a estar de pié y causa preocupación a los padres. Tradicionalmente se vienen efectuando tratamientos con plantillas de apoyo o calzados correctores.
Todos los niños nacen con los pies planos y el arco longitudinal se desarrolla de modo espontáneo, durante la primera década de la vida. Hay una alta frecuencia de pies planos fisiológicos en esta edad, especialmente en varones con sobrepeso, pero disminuye con el paso del tiempo, sin tratamiento.
Los tres factores que más influyen son la edad, el sexo y el peso corporal. Además, el calzado con suela rígida en edades tempranas debilita los músculos del pie. El primer estudio que se ha realizado con láser tridimensional de superficie confirma que más del 90% de los tratamientos son innecesarios. El pie plano normal es flexible y no causa discapacidad.
Por tanto, no deben colocarse dispositivos correctores en los niños sin molestias. Es más, los padres pueden comprobar fácilmente, incluso antes de que el pediatra lo confirme, que su hijo no tiene pies planos rígidos: cuando el niño extiende el dedo gordo o se pone de puntillas, el arco del pié se recompone. Tomado de Martin Pfeiffer, MD. Pediatrics (Ed.esp).2006;62(2):530-4