Esta entrada, en lo que se refiere a la prevención de infecciones en el niño viajero, equivale al pequeño folleto que a veces acompaña a los electrodomésticos con el título: "al menos léase esto".
Cada vez viajamos más y más lejos y los niños no se quedan ya con los abuelos. Una vez decidido el viaje internacional con nuestros hijos pequeños, la prevención debe ser una de las primeras tareas a plantearse.
No hay que perder de vista, aunque las enfermedades infecciosas puedan llegar a ser un serio trastorno para los niños que viajan -sobre todo las diarreas (por su frecuencia) y el paludismo (por su gravedad)-, que los accidentes infantiles siguen siendo el problema más grave.
Antes del viaje al extranjero, el médico de familia y el pediatra pueden hacer una importante labor preventiva, que puede consistir en:
- Revisar las vacunas del calendario vacunal y ponerlas al día, si fuera necesario, incluida la de la hepatitis B en adolescentes.
- Valorar la necesidad de otras vacunas, en particular la de la hepatitis A; pero tambien dependiendo de las circunstancias, otras como la de la fiebre tifoidea, la fiebre amarilla y la de la encefalitis centroeuropea.
- Conocer el itinerario y las actividades que se van a realizar durante el viaje, por si ello conlleva algún consejo médico específico.
- Insistir en las recomendaciones para la prevención de las infecciones por transmisión fecal-oral, sobre todo respecto al uso del agua y de los alimentos, y a las soluciones de rehidratación oral para el tratamiento de la diarrea del viajero.
- Explicar las medidas de prevención ante las picaduras de insectos y otros artrópodos (como por ejemplo las garrapatas) destinadas a evitar el paludismo y otras enfermedades transmitidas por estos animales, tales como la fiebre amarilla, la enfermedad de Chagas y la encefalitis japonesa o la centroeuropea.
- Si el viaje es a una zona endémica de paludismo, recomendar que los niños no viajen y, si han de hacerlo, valorar la necesidad de prevención mediante el empleo de fármacos antipalúdicos orales, que se debe instaurar antes del inicio del viaje.
- Prestar especial atención a los niños inmigrantes que vuelven a sus países de origen para visitar a sus familiares y a los adolescentes que participan como cooperantes de alguna ONG en los países en vías de desarrollo, por el mayor riesgo de parásitos intestinales, tuberculosis, hepatitis A, fiebre amarilla, paludismo, etc.
- Aconsejar, asímismo, a las familias que van a viajar con niños que tengan necesidades especiales, enfermedades crónicas, alergias o procesos con inmunosupresión.
- Recomendarles que lleven un botiquín básico y, si es posible, que los adultos y niños mayores realicen un curso de primeros auxilios.
- De otro lado, y por último, volver a insistir en todos los consejos útiles para la prevención de accidentes.
Durante el viaje, todas las actuaciones preventivas corresponden a los padres, tutores y responsables de los niños. Se resumen en:
- Mantener las medidas de prevención de las infecciones que se transmiten por aguas residuales y emplear las soluciones de rehidratación oral para la diarrea del viajero, con la indicación de pedir ayuda médica si la diarrea va acompañada de fiebre o contiene sangre, o si el niño presenta signos de deshidratación: decaimiento, palidez, lengua seca, ...
- Vigilar las medidas de prevención de las picaduras de insectos y demás artrópodos, sobre todo el uso de productos repelentes y de mosquiteras, tambien impregnadas de repelentes, para las camas.
- Supervisar la administración de los medicamentos antipalúdicos orales, si se inició como prevención antes del viaje.
- Evitar el contacto con perros y gatos, así como con animales salvajes, en particular monos y murciélagos.
- Evidentemente, en caso de jóvenes sexualmente activos, está indicada la prevención de enfermedades de transmisión sexual mediante el uso del preservativo.
- Y, por supuesto, controlar todas las medidas posibles para prevenir lesiones relacionadas con accidentes de tráfico, actividades acuáticas, etc.
Después del viaje, podría estar indicada una consulta al pediatra o médico de familia:
- Si los padres consideran necesario valorar el estado de salud del niño o adolescente.
- Si fuese necesario completar las vacunaciones iniciadas, como, p. ej., la vacuna de la hepatitis A, cuya 2ª dosis se administra a partir de los seis meses de la primera.
- Para precisar el tratamiento de continuación contra el paludismo durante el tiempo indicado, si se inició.
- Y ante cualquier episodio de fiebre tras un un viaje internacional a una zona endémica de paludismo. Es decir, debe considerarse éste como el diagnóstico más probable y actuar en consecuencia. Hasta la tercera parte de los casos de paludismo en viajeros aparece más de 2 meses después del regreso del viaje.
Adaptado de M. Merino Moína y J. Bravo Acuña. Pediatr Integral 2010;XIV(1):77-90.