Queridos hijos: cuando leáis esta carta ya no estaré en este mundo. He sido vuestro padre mientras vivía y no tengo la intención de dejar de serlo ahora solo porque me haya ido. La paternidad no declina ni siquiera por la circunstancia de la muerte. Aunque naturalmente muta y estas líneas son para explicar ese cambio.
Como padre, una de mis ambiciones ha sido la de no estorbar demasiado.