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"Solo dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas" (Hodding Carter)

domingo, 8 de mayo de 2011

Suicidio en niños: prevención

En alguna ocasión, durante momentos de enfado o ira, los niños pueden llegar a provocar a sus padres con manifestaciones tales como "ahora me voy a matar". Casi siempre, afortunadamente, tan sólo se trata de una amenaza para alterarlos y llamar su atención, pero sin la más mínima intención de hacerse realmente daño a sí mismos.

No obstante, si estas declaraciones son frecuentes habrá que pensar en la posibilidad de que sean mensajes de un niño que no es feliz. Los padres deben asegurarse, en tal caso, de que la tristeza de su hijo no le acarreará ningún peligro.

Aunque los niños de edades comprendidas entre los 6 y los 12 años rara vez se suicidan, sí es cierto que hay, en esta etapa de la vida, una tendencia cada vez mayor de intentos de suicidio. Por tanto, un pequeño número de niños, gravemente deprimidos, están tan abatidos y desesperados, que pueden tratar de poner fin a su vida.

A pesar de que los síntomas de un niño deprimido pueden ser muy variados, la tristeza, el aislamiento, la pérdida de apetito y los trastornos del sueño se incluyen dentro de los principales. Deben, por ello, considerarse como signos de advertencia para los padres. Alguno de estos pequeños decide, por ejemplo, regalar sus posesiones más apreciadas o su juguete preferido. Incluso, el suicidio de un amigo o compañero de clase puede impulsarlo a quitarse la vida para acabar de una vez por todas con el dolor que siente.

Si usted nota que su hijo está deprimido, debe hablar con él sobre el problema, escucharlo y compartir sus sentimientos. No dude en usar la palabra suicidio. Deseche el mito de que al oirla le dará a su hijo la idea de hacerlo. Esto no va a suceder. Al contrario, su preocupación le mostrará a su hijo que realmente se interesa por él, por su bienestar, y que está dispuesto a ayudarlo.

Los padres de un niño seriamente apenado deben pedir ayuda sin demora. En principio, el pediatra o el médico de familia, si la comunicación con el hijo es buena, puede ser la persona más adecuada. Luego, el psiquiatra y el psicólogo infantil deben valorar el riesgo potencial de un suicidio. Ante una duda razonable y cuando la familia manifiesta su temor de no poder controlarlo permanentemente, el niño debe ser hospitalizado.


Adaptado de Healthychildren. American Academy of Pediatrics.