El maltrato infantil es universal y tiene consecuencias físicas, psicológicas y sociales a corto y largo plazo. Incluye los malos tratos físicos y el abandono o la falta de cuidados. Suele deberse a la interacción de varios factores de riesgo que, en ocasiones, pueden llegar a detectarse en la consulta: depresión de uno de los padres, una discapacidad del niño, la violencia familiar o la ausencia de recursos económicos.
Asimismo, el médico debe estar alerta ante lesiones que sugieran malos tratos físicos, que pueden incluir golpes, zarandeos, quemaduras y mordeduras. La falta de cuidados es la forma más frecuente de maltrato infantil, pero en la mayoría de los casos no es intencionado.
Se considera abandono o falta de cuidados la omisión de atención a la salud, educación, supervisión, protección frente a peligros ambientales y satisfacción de las necesidades físicas como la alimentación o el vestido; pero tambien es abandono la falta de apoyo emocional.
El maltrato infantil ocurre en todos los países, culturas, razas, religiones y clases sociales. Es probable que los casos comunicados a las autoridades sean sólo la punta del iceberg.
El médico no sólo debería identificar y denunciar los malos tratos, sino que tambien debería intervenir en su tratamiento y prevención.
La prevención del maltrato infantil empieza en la consulta con la observación de las relaciones familiares y la detección de los factores de riesgo.
Además de los factores de riesgo intervienen tambien, afortunadamente, unos factores protectores: reconocimiento del problema por parte de los padres y búsqueda de ayuda, servicios de salud mental accesibles y apoyo de los abuelos. Adaptado de Dubowitz, H y cols. Lancet 2007; 369(9576: 1891-1899.