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"Solo dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas" (Hodding Carter)

martes, 25 de diciembre de 2012

Dormir con los padres. Colecho, lactancia materna y SMSL

Colecho se define como la práctica de compartir la cama de los adultos, generalmente los padres con los hijos, durante los periodos de sueño. Puede ser ocasional o habitual. Debe distinguirse de otra forma de sueño acompañado, como compartir la misma habitación sin compartir la misma cama o dormir juntos en un sofá.

En muchas sociedades tradicionales, aun dentro del mundo occidental, existe la costumbre,
admitida y bien valorada por la comunidad, de compartir la cama padres e hijos para dormir.

En términos de desarrollo neuronal y sensorial, el ser humano es el menos maduro y más dependiente de todos los mamíferos en el momento de nacer. Es incapaz de satisfacer por sí solo sus necesidades nutricionales, físicas y afectivas, siendo por ello dependiente de sus cuidadores. Muchas de estas necesidades se ven satisfechas a través del contacto estrecho con la madre.

Se ha observado que el contacto intenso y prolongado de prematuros con su madre actúa como elemento protector frente a dificultades fisiológicas y ambientales. Y que este contacto íntimo ofrece múltiples beneficios, como menor gasto de energía, mejor regulación de su temperatura corporal, mayor estabilidad cardiorespiratoria y oxigenación, menores episodios de llanto y aumento de la producción, de la frecuencia y de la duración de la leche materna.

El colecho proporciona una oportunidad de acercamiento desde el nacimiento y durante la infancia, y es una buena práctica en la crianza de los hijos. Evidencia reciente indica que los recién nacidos que son separados de la madre presentan un 176% más de episodios de estrés y un 86% menos de sueño tranquilo al segundo día de vida que los que son puestos en contacto piel con piel.

Durante el colecho, el lactante duerme en sincronía con su madre, se despierta con más facilidad y más a menudo que los lactantes que duermen solos, acortando la fase de sueño profundo, lo que protege frente a la rarísima muerte súbita del lactante. Duerme al costado de su madre, con su cuerpo y cara orientados hacia el cuerpo materno, alternando con la posición boca arriba. Esta posición facilita acceder al pecho, despertarse y mamar más a menudo para lograr alimento y consuelo, sin apenas despertar a la madre.

Los estudios han mostrado que el bebé que duerme junto a su madre aprende los ritmos maternos y, en consecuencia, su forma de dormir se asemeja más a la de un adulto, facilitando la autorregulación mutua, muy necesaria para el crecimiento y desarrollo adecuado de su hijo.

A pesar de estos beneficios, muchas instituciones y sociedades pediátricas no aconsejan la práctica de colecho bajo ninguna circunstancia. Se fundamentan en estudios epidemiológicos que relacionan colecho con el síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL).

En ciertos paises donde la práctica de colecho es predominante, la tasa de SMSL es igualmente alta como ocurre entre la población afroamericana y las tribus maoríes de la polinesia; en cambio, en otros como Japón, Hong Kong y las comunidades asiáticas del Reino Unido y Nueva Zelanda, que practican el colecho de forma extensa, las tasas de SMSL son bajas.

Resulta paradógico que, siendo la cuna el lugar donde se documentaran los primeros casos de SMSL, llamado  por ello "muerte en la cuna", se convirtiera en pocos años en el "sitio estándar" para el descanso del bebé. Esta aceptación universal, que conlleva la separación del bebé de sus padres y responde mejor a las expectativas del mundo industrializado, ha podido influir para que los investigadores no lo vieran como un factor de riesgo y se centraran en otros factores, como por ejemplo, la posición boca abajo, cuyas campañas en contra han logrado gran impacto en la prevención del SMSL. Siguiendo ese enfoque, se ha tomado el colecho como factor de riesgo en sí mismo, dejando de lado circunstancias que son las que deben considerarse como los principales factores que aumentan el riesgo de síndrome de muerte súbita del lactanteausencia de lactancia materna exclusiva, posición del bebé boca abajo durante el sueño, consumo de tabaco por uno o ambos padres, consumo de alcohol, drogas u otras sustancias o medicamentos que alteren la capacidad de respuesta de los padres, colecho en superficies blandas y no planas (sofás o colchones blandos), arropamiento excesivo del bebé, colecho con otras personas (hermanos incluidos) que no sean los padres, uso de almohadas, cojines o edredones y obesidad patológica de alguno de los padres.

En conclusión, la crianza desde la cercanía ofrece mayores oportunidades de mantenimiento de la lactancia materna y no existe evidencia científica firme que desaconseje la práctica de colecho en los bebés amamantados, en ausencia de factores de riesgo conocidos; en cambio, sí existe evidencia de los efectos nocivos del consumo sistemático de fórmulas lácteas infantiles y de las prácticas que alteran la relación madre-hijo, tales como acostumbrarlos a dormir solos, a que lloren, a que se les alimenten cuando "les toca".

En ausencia de pruebas que demuestren el perjuicio de la práctica del colecho en los bebés amamantados, y siendo éste beneficioso para la práctica y el mantenimiento de la lactancia materna, la decisión sobre la práctica de colecho debe ser de los padres.

Como alternativa al colecho, ante la presencia de algún factor de riesgo, es recomendable la práctica de la cohabitación con la cuna del bebé cercana a la cama de los padres. La cuna tipo "sidecar" ha demostrado ser segura y permite al bebé dormir sobre el colchón de su cuna al mismo nivel de la cama de los padres, sin que baranda alguna les separe.

Tomado de L. Landa Rivera et al., autores de "El colecho favorece la práctica de la lactancia materna y no aumenta el riesgo de muerte súbita del lactante. Dormir con los padres".
Rev Pediatr Aten Primaria. 2012; 14: 53-60. ISSN: 1139-7632