Al considerarse que los adolescentes gozan de buena salud en general y que, por esta razón, rara vez acuden al médico, sus necesidades sanitarias, propias de este grupo de edad, se ven con frecuencia poco atendidas o sometidas al olvido.
Los adolescentes suelen tener buena disposición para contar sus problemas de salud a su médico de confianza, pero cuatro de cada diez afirman que les resulta difícil obtener una cita con él. Para ellos, lo más importante es que el médico sea accesible y que su relación con él sea confidencial.
Desde luego, es fundamental que exista una comunicación eficaz entre adolescente y médico. Ambos coinciden en que ésta puede ser sumamente problemática. Sin duda, se requiere una habilidad especial para establecer una relación útil con una personalidad sometida a rápidos cambios psicológicos y sociales, que tal vez no comparta la visión adulta de la sociedad.
Por consiguiente, hay algunas estrategias que debe aplicar el médico: dejar claro que se respetará su intimidad, tener paciencia, formular preguntas abiertas para obtener información, escuchar más que hablar, usar vocabulario comprensible para el adolescente y no juzgar sus valores y opiniones a menos que tengan un riesgo evidente para él.
Finalmente, se plantean en este estudio una serie de puntos básicos para mejorar la atención primaria al adolescente: formar al personal sanitario para que interactúe correctamente con él, informar sobre los servicios que se ofertan (por ejemplo, planificación familiar, depresión o drogas), implicar a los padres, apoyar a las adolescentes embarazadas y asesorar a los jóvenes sobre prevención de accidentes de circulación, enfermedades de transmisión sexual y uso racional de anticonceptivos. Adaptado de McPherson, A. BMJ 2005; 330: 465-467.