Evidentemente, síntomas como fiebre, vómitos, diarrea o tos incontrolada son motivos más que suficientes como para justificar que un niño no acuda al colegio y permanezca en casa o se consulte con el pediatra.
Asímismo, los padres pueden permitir que su hijo regrese a la escuela una vez pasadas 24 horas desde que los síntomas hayan desaparecido.
Sin embargo, cuando un niño se queja, por ejemplo, de que le duele la barriga, los padres pueden llegar a dudar hasta el punto de no saber con certeza si se trata de algo que puede agravarse o, si por el contrario, es una "típica queja del lunes por la mañana".
Es decir, los padres se enfrentan a menudo con la difícil decisión de si pueden enviar a su hijo a la escuela o mantenerlo en casa hasta que se resuelva la situación.
Y cuando se sospecha que un niño pueda estar simulando una enfermedad, el Dr. Devore sugiere que los padres miren y valoren, ante todo, el estado general de su hijo.
Hay que recordar, de nuevo, que frecuentemente los niños se quejan después de unos días de vacaciones o un fin de semana.
Ahora bien, si un pequeño muestra comportamientos tales como aislamiento y cambios de humor es muy probable que ya pueda estar aportando una razón de más peso para evitar la escuela. En tal caso, su médico puede ayudar a determinar si son síntomas físicos o emocionales.
En general, los expertos aconsejan el envío de un niño a la escuela sólamente si está lo suficientemente bien como para poder aprender. Esto significa que los síntomas del niño no alteren su capacidad para concentrarse en clase y no distraer a sus compañeros, según el Dr. Cindy Devore (miembro del Comité Ejecutivo, Consejo de Salud Escolar, Academia Americana de Pediatría).
Tomado de Heather Waldron. Corresponsal. AAP News. Vol. 31. 9 Sept. 2010, p. 43.
http://aapnews.aappublications.org/cgi/content/full/31/9/43-e