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"Solo dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas" (Hodding Carter)

domingo, 31 de marzo de 2013

Cómo explicar la muerte a los niños

La muerte es lo único en lo que todos los seres humanos somos iguales y estamos de acuerdo que sucederá. Quizás por ello los hombres poseen un sentido innato de hacerse preguntas sobre su propia existencia y ese instinto surge ya durante la infancia.
En la niñez comienzan las primeras preguntas y los padres no siempre sabemos qué contestar. ¿Por qué no puedo ver más al abuelo?, ¿por qué no vamos al cielo a verlo?, ¿y si tiene hambre cómo va a comer?, ¿y si tiene frío?, ¿tú también te vas a morir, mamá?

Los niños, aunque adecuadas a su mundo, se hacen tarde o temprano las mismas preguntas que los adultos. ¿Se les debe mentir?, ¿hay que decirles la verdad a medias?, ¿con qué edad pueden comprender mejor el significado de la vida y de la muerte?

La experta psicóloga infantil Cristina Acedo, del gabinete www.enpositivo.es, explica cuestiones tan delicadas:

"A partir de los 3-4 años los niños perciben la muerte como algo reversible o temporal, igual que lo ven en los cuentos o dibujos animados. Entre los 6-12 años van desarrollando una idea más realista hasta llegar a entenderla ya como algo permanente, universal e inevitable. Antes de los 8 o 9 años no conciben que les pueda pasar a ellos o a un ser querido cercano; es decir, la perciben como algo ajeno. Es sobre los 11 años de edad cuando empiezan a comprenderla de forma abstracta o filosófica.

Muchos padres se sienten, además de hundidos por su propio dolor, desorientados por no saber explicar a sus hijos que esa persona no volverá. ¿Cómo se debe hacer?: los niños, igual que los adultos, necesitan y merecen una explicación honesta, pese al sufrimiento o la pena que pueda provocar. Los seres humanos tenemos recursos suficientes para encararnos a la muerte y la sinceridad ayuda a que los niños puedan también desarrollar sus propias estrategias para afrontarla. Si la explicación no es real podrían sentirse incluso culpables por 'haber sido abandonados' y sufrir las consecuencias emocionales de no elaborar el duelo. Los niños además detectan la mentira desde muy temprana edad. Una buena idea es hablarles de la muerte de los animales, a fín de que vayan asimilando que este proceso también se dará en los seres humanos. Tratar de entender la muerte como algo natural desde pequeños, y no como un tabú o una terrible desgracia, ayuda a concebirla como el final de un proceso también natural, la vida. Y que si no fuese así, nada tendría sentido.

En las explicaciones de qué hay después de la muerte es importante que el entorno más cercano al niño se ponga de acuerdo en lo que respecta a las creencias que se le quieran transmitir. Sin embargo, al respetar y reconocer otras creencias diferentes a las nuestras, brindamos además la oportunidad de que puedan elegirlas, si les proporcionan más consuelo."

Todo esto puede parecer muy sencillo al leerlo pero la realidad es que hay niños que lloran desconsoladamente e insisten en ver al ser querido que se ha ido. ¿Qué hacer en estos casos?:

"Durante los dos primeros años es importante ofrecerle recursos para su adaptación a la pérdida del ser querido. Para lo cual es importante que los niños puedan expresar sus emociones y que los adultos le ayuden a ello. Por ejemplo, puede ser útil dibujar y escribir historias o cartas a la persona que acaba de morir; como una forma de expresarle lo que quiere decirle y no puede. Los cuentos o historias que tratan este tema pueden, asímismo, ayudarles a desahogar la ira, la tristeza o el temor. En todo caso, si la tristeza persiste pasado un tiempo, habría que plantearse la posibilidad de pedir ayuda especializada."

En lo que sí parecen estar de acuerdo todos los expertos es en no mentirles nunca. Yo tampoco estoy a favor de que se les mienta. Siempre hay que ser honestos con los niños y respetando su edad podremos adoptar la mejor manera de explicarles los hechos. A los tres años, por ejemplo, los niños tienen un pensamiento mágico, de modo que pueden llegar a creer, incluso, que sus acciones han provocado la muerte o la tristeza de alguien cercano y experimentar por ello sentimientos de culpa o vergüenza. Hay, por tanto, que dejarles bien claro que ellos no son, en absoluto, responsables. Y, por otro lado, evitar eufemismos como "el descanso eterno" o "descanse en paz" ya que pueden generar miedo a la hora de irse a la cama, insomnio o terrores nocturnos. Del mismo modo, decirle a un niño que alguien 'se marchó' puede provocar miedo cuando sus padres se vayan de viaje o salgan de casa".

Qué responder cuando preguntan: ¿mamá, entonces tú tambien te vas a morir?, ¿me voy a morir yo tambien?:

"Primero hay que explicarles que no te vas a morir hasta dentro de mucho, mucho, mucho tiempo. Y que si fuese por enfermedad tendría que ser por una muy, muy, muy grave; para que no sientan miedo cuando ellos o alguien esté enfermo. Además añadiremos que esa es la única causa por la que nos separaríamos de ellos; para reforzar su confianza en el vínculo familiar y evitar el miedo al abandono en situaciones cotidianas".

Y, desde luego, siempre podemos echar mano de libros que nos ayuden. Los cuentos de hadas se inventaron para explicar a los niños diferentes fenómenos, entre ellos la muerte. Existe mucha literatura a este respecto. Yo recomendaría, para niños: "Dónde está el abuelo" de Mar Cortina, "Cuando estoy triste ante la pérdida de un ser querido" de Michaelene Mundy. Ante la pérdida de la madre: "Mamá" de Iñaki Zubeldía. Para los padres puede ser de gran ayuda Bennet Olshker, autor de "¿Cómo se lo decimos a los niños? Respuestas sencillas a cuestiones difíciles". Ed. Médici.

Adaptado de Gema Lendoiro. ABC.es