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"Solo dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas" (Hodding Carter)

jueves, 24 de marzo de 2016

Padres supersticiosos

Algunas personas creen que son gafes. Según los matemáticos, la buena fortuna es cuestión de probabilidades y acaba llegando. Para los psicólogos, se trata de una circunstancia que podemos atraer con una actitud positiva.

¿Existe la mala suerte o es una creación del ser humano para explicar lo inexplicable? E. Delgado, Director del Centro Psicológico Rayuela, en Santa Cruz de Tenerife, la define así: "Es una especie de fuerza que, supuestamente, determina los hechos y circunstancias imprevisibles de manera que nos perjudican". Y añade: "las personas supersticiosas consideran que esa fuerza existe al margen del ser humano, pero creen que pueden influir en ella a partir de ciertos rituales u objetos". Por ejemplo, no derramar sal o no cruzarse con un gato negro. Y para atraer la buena fortuna, llevar amuletos.

E. Delgado explica: "Creer que las cosas no ocurren al azar y que uno puede hacer algo para cambiar el destino reduce la ansiedad asociada a la incertidumbre".

La fatalidad tiene una explicación científica. "La mala suerte es cuestión de probabilidad, y la buena también",
afirma el Catedrático de Estadística de la Universidad de Cantabria, J. A. Cuesta. Por esta razón, de todas las decisiones que tomamos cada día, algunas acabarán siendo buenas y otras no.

El problema radica en que nuestra memoria es selectiva, y recuerda, por lo general, solo aquello que nos ha ido muy bien o muy mal, lo que nos hace creer que tenemos buena o mala suerte.

Dado que las matemáticas entran en juego, el factor suerte se puede calcular. Por ejemplo, en España, en 2001, fallecieron cuatro personas por culpa de un rayo, así que la probabilidad de morir de esta forma en nuestro país es menor a una entre diez millones.

La explicación racional está clara, pero las supersticiones tienen mucho arraigo. Y eso que a veces resultan perjudiciales. "Pueden causar comportamientos obsesivo-compulsivos", advierte H. Matute, Catedrática de Psicología Experimental en la Universidad de Deusto. La persona supersticiosa repite cierta conducta una y otra vez para librarse de un mal que nunca llega, creyendo que esta acción la mantiene a salvo. Así se crea un círculo vicioso que puede mantenerse por mucho tiempo.

Este tipo de convicciones tienen, además, otro lado negativo: pueden reducir el sentido de responsabilidad de las propias acciones. H. Matute explica que tendemos a atribuir las cosas positivas que nos ocurren a nuestros propios logros; y las negativas, a factores externos, como la mala suerte u otra explicación irracional.

Es cierto que poco podemos hacer para prevenir atentados terroristas o desastres naturales, situaciones ajenas a los factores internos de cada cual, pero en el día a día, a menudo no es una mano negra la que actúa en nuestra contra, sino el azar. O nosotros mismos, al equivocarnos. Para evitar que vuelva a ocurrir lo mejor es reconocer el error y aprender de él.

Aquí entra en juego la conducta. La buena o mala estrella no dependerían sólamente de fuerzas sobrenaturales que actúan en nosotros sin que tengamos ningún control. "Hay veces que nos labramos nuestra propia dicha", asegura J. A. Cuesta.

A la misma conclusión llegó R. Wiseman. Tras un estudio de más de diez años, vió que eran los sujetos de su investigación los que, en gran medida, propiciaban su propia fortuna favorable. De ahí sus cuatro principios para atraer los acontecimientos positivos, o las cuatro reglas de la buena suerte:

1. Crea oportunidades y aprovecha las que surgen por casualidad.
2. Toma decisiones haciendo caso de tu intuición. Parece arriesgado, pero te proporciona seguridad, ya que requiere autoconfianza. Si la intuición falla, aprende del error.
3. Ten expectativas positivas de forma que lleguen a hacerse reales por el mero hecho de creerlas. Por ejemplo: al intentar aparcar, si piensas que vas a tener suerte, encuentras sitio antes porque tu actitud es de alerta constante en lugar de desgana.
4. Mantén una actitud resiliente. Procura ver el lado positivo de las cosas y sacar el mejor partido de cada situación.

Como escribe Wiseman, "no hay gente con buena suerte o mala suerte". Aunque las personas no sean conscientes de las causas reales de su fortuna, sus pensamientos y comportamientos son, en gran parte, responsables de ella.

Tan negativo resulta sentirse un gafe como pensar que la fortuna siempre nos sonreirá. Aunque las personas optimistas tengan más opciones de alcanzar el éxito, al arriesgarse y abrirse a nuevas oportunidades también aumentan sus posibilidades de fracasar.

Tomado de Laura Chaparro. Psico. MUY 410. Julio 2015; 26-30