...

"Solo dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas" (Hodding Carter)

domingo, 23 de octubre de 2011

La verdad sobre la autoayuda

¿Existe una varita mágica para dar un giro a nuestra vida?

"Ten mucho cuidado de quienes te vendan sus propias creencias, pues están obstaculizando tu propio descubrimiento de la vida" (Anthony de Mello).

Cuentan que, en clase, un joven escolar le dijo a su maestro: "Tú nos cuentas los cuentos, pero no los explicas". El maestro se disculpó: "Pido perdón y para enmendar mi error déjame que te invite a comer un melocotón muy rico; y si me lo permites, además pelaré el melocotón yo mismo. ¿Te gustaría que lo corte en trozos para que te sea más cómodo?". "Sí, muchas gracias", respondió el alumno. Y entonces, el maestro le preguntó: "¿Quieres tambien que lo mastique antes de dártelo?". Como era de esperar, el alumno con cara de asco, gritando y nervioso, respondió que no. El maestro hizo una pausa y concluyó: "Si yo os explicara el sentido de cada cuento, sería como daros de comer una fruta masticada".

En vez de dar consejos y recetas sobre la manera en la que los demás deberían vivir sus vidas, es mucho más útil, para aprender y comprender, hacer preguntas y compartir reflexiones.

"Aunque la mayoría de las personas no van hacia ninguna parte, es un milagro encontrar a alguien que reconozca estar perdido" (Ortega y Gasset).

Casi todos nos limitamos a sobrevivir. Trabajamos. Consumimos. Y tratamos de divertirnos todo lo que podemos. Pero, en general, no sabemos para qué vivimos. De ahí que muchos vagamos por la vida dejándonos llevar o, incluso, como un barco a la deriva.

Desde que nacemos, la sociedad nos condiciona para convertirnos en empleados y consumidores, de manera que perpetuemos el funcionamiento económico del sistema. Tanto es así que sólo sabemos buscar nuestro bienestar fuera de nosotros mismos. Y prueba de ello es que confundimos la verdadera felicidad con sucedáneos como el placer, la satisfacción o la euforia temporal que nos proporcionan el consumo de los bienes materiales, el éxito en el trabajo y el entretenimiento. Y debido a nuestra falta de autoestima y de confianza en nosotros mismos, construimos, a menudo, un estilo de vida prefabricado o de segunda mano.

A lo largo de los últimos años se ha multiplicado el número de personas interesadas en conocerse mejor y potenciar su inteligencia emocional. Y como consecuencia directa ha surgido con fuerza un nuevo sector profesional: el de la autoayuda. Debido al malestar generalizado, no solamente se ha puesto de moda sino que se ha convertido en un negocio muy rentable. De hecho, están apareciendo "expertos" en el tema por todas partes. Aldous Huxley dijo una vez: "No hay mayor negocio que vender a gente desesperada un producto que asegura eliminar la desesperación".

Y entonces, ¿qué es la autoayuda? En primer lugar, es una palabra que se utiliza para etiquetar cualquier iniciativa psicológica o espiritual como alternativa a la terapia convencional y a la religión tradicional. Y eso, en sí mismo, ya es motivo para ganarse unos cuantos enemigos. Sobre todo porque puede robar parte de la clientela. Se suele ridiculizar por considerarse una "pseudociencia" llena de "charlatanes" y "vendedores de humo" sin títulos oficiales que acrediten su competencia y su profesionalidad. Más allá, la autoayuda es esencialmente un movimiento psicológico cargado de sentido común y, por tanto, cargado de buenas intenciones. Pero alberga una contradicción en sí misma. "Autoayuda" significa "ayudarse a sí mismo". Si bien es verdad que los auténticos expertos pueden escucharnos, apoyarnos y compartir con nosotros lo que han aprendido de sí mismos, tambien es cierto que nadie puede resolver nuestros propios problemas y conflictos existenciales. En general, queremos que alguien o algo los solucione. Por eso, solemos aferrarnos a personas o instituciones que nos ofrezcan consuelo y nos garanticen seguridad. Sin embargo, cada uno de nosotros está llamado a recorrer su propio camino.

De entre las personas que buscan asesoramiento para mejorar cualquier aspecto de su vida, muchos buscan un "parche" con el que aliviar su malestar a corto plazo. Fruto de la desesperación, desean dar con una "fórmula mágica" que acabe con su sufrimiento. Muy pocos estamos dispuestos a preguntarnos a nosotros mismos, asumiendo que somos, en gran medida, responsables de nuestro estado de ánimo y de nuestras circunstancias actuales.

Cuando verdaderamente estamos motivados para cultivar el arte de la felicidad, la acumulación de conocimientos puede llegar a ser un obstáculo si apenas dedicamos tiempo para digerir, procesar y -lo más importante- poner en práctica dicha información. Lo esencial es que aprendamos a ser sabios. Por ejemplo, más sabe del perdón quien ha perdonado una vez a alguien, que quien ha leído libros o ha hecho cursos sobre "Aprender a perdonar" y todavía no ha perdonado. Dado que hay tantos recursos y profesionales, es necesario que desarrollemos nuestro propio criterio. A la hora de escoger a uno de ellos, es más importante la energía que transmite su presencia que los títulos colgados en la pared de su despacho.

En fín, lo que está en juego es nuestra capacidad para inspirarnos unos a otros y para aprender a disfrutar más plenamente de este milagro que llamamos "vida".

Adaptado de Borja Vilaseca, autor de "La verdad sobre la autoayuda". El País Semanal, núm. 1829. 16 de Octubre de 2011; 34-38.