La teoría de las ocho inteligencias de Howard Gardner vuelve a entrar con fuerza en el mundo educativo.
"Durante mucho tiempo se ha creído que el niño que mejor sumaba y restaba o el que más nota sacaba de la clase era el más inteligente.
Nadie preguntaba si ese niño sabía cantar, o cómo se relacionaba con los demás. En los últimos años, esto ha cambiado. Nunca como hasta ahora se había reconocido tanto la consideración de que se debe educar para resolver los problemas que nos encontremos en la vida, no para destacar en el colegio", asegura Esperanza García Ruiz, coordinadora pedagógica de las Escuelas infantiles Alaria, y asesora de la juguetería Imaginarium.
Nadie preguntaba si ese niño sabía cantar, o cómo se relacionaba con los demás. En los últimos años, esto ha cambiado. Nunca como hasta ahora se había reconocido tanto la consideración de que se debe educar para resolver los problemas que nos encontremos en la vida, no para destacar en el colegio", asegura Esperanza García Ruiz, coordinadora pedagógica de las Escuelas infantiles Alaria, y asesora de la juguetería Imaginarium.
El responsable de este giro radical en la educación es el psicólogo Howard Gardner, Premio Príncipe de Asturias en la categoría de Ciencias Sociales por su teoría de las ocho inteligencias: la lingüística, la lógico-matemática, la visual-espacial (dibujar, interpretar un mapa), la musical, la corporal (danza, deportes), la intrapersonal (conocimiento de uno mismo), la interpersonal (conocimiento de los demás) y la naturalista (observación y clasificación de las cosas).
La tesis de este laureado profesor de Harvard, además de reconocer al máximo nivel las capacidades que antes eran menospreciadas frente a las actividades académicas tradicionales, ha obligado a muchos pedagogos a intentar replantear el sistema educativo.
"Aunque en las primeras etapas todos tenemos que aprender lo mismo, no todos lo hacemos de la misma forma, ni en el mismo momento. Cada uno tiene sus tiempos, y es importante respetarlos", aclara la prof. García Ruiz.
"Es tambien trascendental hacerle saber a los padres que ninguna inteligencia es más que otra. Todas son importantes", remarca E. García Ruiz. Eso sí, prosigue, "es fundamental que los padres sepan detectar, cuanto antes, en qué destacan, qué es lo que más les gusta a sus hijos, o aquello que les resulta más fácil aprender. Y ojo, porque muchos deben hacer un gran esfuerzo para ser realistas y saber dejar a un lado lo que a ellos les gustaría que el niño hiciera. Como afirma Gardner, es crucial no proyectar en ellos sus prioridades, sus pasiones o sus debilidades". "Asímismo, los padres deben conocer aquello que más les cuesta, para darles apoyo en esa área", añade.
"¿Cómo? Ofreciéndoles estímulos de todo tipo para que jueguen, manipulen, se muevan, ... Los niños aprenden jugando. Pero igual de valioso es saber ilusionar a los más pequeños en el aprendizaje". Además, concluye esta experta pedagoga, "los padres se pueden llevar más de una sorpresa. La inteligencia no es estática y, por fortuna, el ser humano está aprendiendo durante toda la vida".
Tomado de Carlota Fominaya. ABC. Madrid, 2013.