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"Solo dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas" (Hodding Carter)

jueves, 30 de junio de 2016

¿Pediatra o robot?

La tecnología lo está cambiando todo. Los coches van a conducir solos, los frigoríficos harán la compra sin preguntarnos y podremos recuperar un recuerdo perdido de nuestra niñez buscando en la tarjeta SD de nuestro cerebro. La biotecnología, por su parte, logrará no menos maravillas: imprimiremos en 3D órganos compatibles con nuestro cuerpo y, según algunos optimistas, seremos capaces de aprender idiomas tomando pastillas.

Este paisaje futurista a unos les parecerá deseable y a otros disparatado, pero
incluso los más apocalípticos buscan el provecho del cambio. La vida será más fácil y larga, y eso a nadie disgusta.

De entre todas las revoluciones en marcha, una de las más importantes es la de la medicina. Desde su origen, el diagnóstico médico ha estado basado en la relación médico-paciente. En el trato humano. En la 'confesión' de síntomas y dolores, en la observación, en la exploración.

Y según el autor del libro ¿Médicos o robots? La medicina que viene (Rasche), Ignacio Riesgo, hay una parte de esa relación entre el paciente y el médico que no cambiará nunca. Permanecerá inalterada por muchos avances tecnológicos que se produzcan: "La labor de comunicación del médico con el paciente no es sustituible por ninguna máquina. Ni ahora ni nunca".

"Lo que nunca dejará de hacer el médico, sean cuales sean los avances, es la llamada medicina narrativa", explica I. Riesgo. "Ayudar al paciente a elaborar un relato personalizado sobre su enfermedad: qué significa en su vida, qué limitaciones le impone, qué opciones tiene, qué medidas preventivas debe seguir, qué decisiones debe tomar, etc. En todo esto el médico nunca podrá ser sustituido".

Tal vez será tarea de los médicos liderar la solución a los problemas éticos que las nuevas tecnologías médicas traen de la mano. En primer lugar, los más clásicos, los que tienen que ver con la eugenesia y con el perfeccionamiento de la especie humana: ¿es legítimo moralmente alterar la espontaneidad de los genes para crear una raza de hombres sanos e inmortales? Y en segundo lugar, los que tienen que ver con la justicia social, pues los usos tecnológicos son en algunos casos extremadamente caros y abren la posibilidad de que la salud sea para quién pueda pagarla.

I. Riesgo advierte que el gran reto de los sistemas sanitarios de acceso universal, como los que tenemos en Europa y en la mayor parte de los países industrializados, es que las innovaciones tecnológicas sean accesibles a toda la población y no se vuelva a crear una medicina para ricos y otra para pobres.

El objetivo es lograr dar atención sanitaria a los más de 7.000 millones de habitantes del planeta. Con muchos robots pero también con muchos seres de carne y hueso.

Adaptado de Luisgé Martín. Los médicos robots. EPS 2063, 39. 10.4.2016